Pertenece a la familia de las Crucíferas y tiene un tallo muy ramificado que poseen hojas con flores blancas o amarillas. Su parte comestible es un tubérculo con forma normalmente redonda, aunque también hay variedades más alargadas y de una piel fina con coloraciones negras, moradas, rojas o blancas, según el tipo. Tienen entre 2 o 3 centímetros de diámetro y suelen pesar unos 70 gramos, aunque podemos encontrar ejemplares más grandes. Tienen un sabor ligeramente picante muy característico.

Los rabanitos son de la variedad más consumida en nuestro país. Son pequeños y esféricos con una piel de color rosada o rojiza y un interior blanco y carnoso.

A la hora de elegirlos siempre optaremos por modelos de tamaño medio, para que no sean demasiado fibrosos y con coloraciones intensas y vivas (independientemente del color de la piel). Su piel no debe presentar magulladuras ni grietas y debe tener una apariencia carnosa. si aún conserva sus hojas, nos fijaremos en que éstas tengan una tonalidad intensa y estén firmes y tersas.

Una vez en casa, retiraremos las hojas y guardaremos los rábanos en un recipiente perforado y en el frigorífico durante máximo una semana. Los lavaremos cuando vayamos a consumirlos y es muy común consumirlos en crudo o encurtidos.