Portobello | Biota - Cultivando tu salud
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Portobello

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    Los primeros datos que tenemos del consumo de este vegetal es de hace unos 13.000 años, cuando no existía su cultivo, sino que se recolectaban de los bosques. Se han mencionado a lo largo de la historia debido a sus variedades como a sus propiedades, como fue en el caso de la antigua Grecia donde se comenzaron a mencionar casos de intoxicación por su consumo y se empezaron a diferenciar las variedades según fuesen beneficiosas o perjudiciales para la salud. La civilización romana también era consumidora y conocedora de las propiedades y características de este alimento.

    Algunas culturas las utilizaban en ciertas celebraciones o rituales debido a las propiedades alucinógenas de ciertos ejemplares.

    China ha sido pionera en el cultivo de hongos, ya que el resto de países sentían cierta desconfianza por no conocer del todo aquellas variedades beneficiosas para la salud y aptas para el consumo. Destaca en China la variedad de hongo Shiitake, actualmente muy valorado y exportado a todo el mundo.

    Ya por el s. XVII se empieza a asentar su cultivo controlado en países europeos adquiriendo un gran éxito y protagonismo en las últimas décadas.

    Las setas llaman la atención por su gran diversidad de formas, olores y sabores y están bien valoradas en cocinas gourmet así como por aquellos aficionados que van al bosque y se entretienen con su recolección (hay que tener bastante cuidado con esto y a menos que seas experto/a evitar su consumo, ya que todos los años tenemos casos de intoxicación por consumo de setas silvestres. Mejor asegurar y consumir aquellas que hayamos comprado en el mercado). Su mejor época son los meses de otoño, aunque también encontramos variedades en primavera.

    Tienen un pie que sostiene el sombrero que va a variar, tanto en color como en forma, según la especie. Este sombrero está cubierto por una pequeña cutícula que lo protege. Las más comunes tienen tonalidades que varían entre blancos, marrones y grises. Y existen especies más llamativas en tonos naranjas o con motitas moradas, verdes o negras. Su sabor, al igual que su apariencia va a depender del tipo de seta y podemos encontrarlas de sabores más suaves y neutrales a sabores más intensos, todo va a depender de nuestros gustos y del plato que queramos elaborar.

    Hay ciertas variedades que se utilizan bastante en cocina vegetariana o vegana, ya que tienen una textura, aroma y sabor similar a la carne.

    En el mercado escogeremos aquellos ejemplares que estén adecuadamente catalogados y evitaremos aquellos de dudosa procedencia.

    Una vez en casa, debemos lavarlas a conciencia, (si tenemos un cepillo para limpiar setas mejor). Evitaremos meterlas bajo el grifo ya que cogerán mucha más humedad y perderán algo de sabor, por lo que utilizaremos siempre un paño húmedo o el cepillo. Para conservarlas vamos a introducirlas en el frigorífico aislada de la humedad y de la luz y en un recipiente que contenga un papel absorbente con la parte externa del sombrero hacia abajo, conservándolas alrededor de una semana.

    Existen diversas formas de mantenerlas durante mayor tiempo, para ello podemos congelarlas tras un escaldado, deshidratarlas o meterlas en conserva.

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