Pertenece a la familia de las Pináceas, procedente de la piña y a pesar de la creencia popular, los piñones no son un fruto seco, sino una semilla, compartiendo propiedades con ambos grupos alimenticios.

Se encuentran envueltos por una cáscara dura y gruesa y una vez que son extraídos, su tiempo de conservación se reduce, volviéndose rancio en pocas semanas. Para ello, lo ideal es guardarlos en un tarro hermético y oscuro, aislado de la humedad, la luz y los cambios de temperatura. Los frutos secos se ven condicionados por factores ambientales como la luz, la temperatura y la humedad, de forma que lo mejor será comprarlos en pequeñas cantidades y cuidar su conservación para evitar su enranciamiento.

Son de pequeño tamaño y tiene forma espigada, de tonos beige y blanquecinos. En boca presenta una textura suave y carnosa, son fáciles de masticar y presentan poca resistencia al corte. Tienen un sabor suave y dulce que recuerda a las nueces. Es por ello que se utiliza bastante en repostería, para la elaboración de bizcochos, helados, panellets... y también como topping en guisos de carnes, en ensaladas, cremas y verduras como el salteado de espinacas con piñones.

En el mercado escogeremos aquellos que tengan buena presencia y sin picaduras en la superficie o decoloraciones. Su color debe ser homogéneo y claro, sin zonas oscuras.