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Patata

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    La patata (Solanum tuberosum) es un tubérculo perteneciente a la familia de las solanáceas, entre las que se incluyen la berenjena, el tomate y el pimiento. Cultivada desde la época del imperio Inca, su origen reside en América del Sur (Perú, Chile y Ecuador) y era la base alimenticia para los indígenas de la zona. Fue introducida en España en el s. XVI por Francisco Pizarro, pero no fue hasta el s. XVIII cuando se extendió su cultivo de forma intensiva por Europa, siendo los franceses, italianos e ingleses los más interesados y dada su versatilidad se ha ganado un puesto importante en las cocinas europeas, siendo hoy día uno de los alimentos más consumidos a nivel mundial.

    A pesar de lo que podamos pensar, los tubérculos no son raíces, sino un engrosamiento de la planta que crece bajo el suelo y su función principal es la de almacenar nutrientes para garantizar su supervivencia. Existe gran variedad de patatas ya que su cultivo está extendido a nivel mundial, por lo que las principales diferencias las vamos a encontrar según su tiempo de cosecha y recolección, diferenciando entre “patata nueva”, de “estación” o “semi-tardía” y “tardía” o “vieja”.

    La patata nueva tiene una piel lisa y fina con una carne amarilla pálida. Se recoge entre marzo, antes de que maduren del todo. De esta forma, tenemos una patata con mayor cantidad de agua y menos almidón. Esto las hace ideales para platos como ensaladillas, patatas fritas, al horno o al vapor y tortillas, ya que es una patata más dura que no se va a deshacer al cocerla. El único inconveniente es que debido a esa cantidad de agua se conservan peor.

    La patata "semi-tardía" o de "estación" es aquella que se recoge en el punto justo de maduración (entre junio y agosto). Al tener una proporción de nutrientes más equilibrada las hace más versátiles para todo tipo de recetas, así que ante la duda, ¡la patata de estación será tu solución!

    Y por último la patata “tardía” o “vieja” es de mayor tamaño y presenta una piel rugosa, gruesa y oscura con un interior más amarillo y un sabor más intenso debido a su contenido en almidón. Estas características las hacen idóneas para realizar purés y cremas, así como para espesar salsas o acompañar guisos. Su recolección se da durante el otoño y su conservación es mucho mayor, pudiéndose almacenar durante meses para comerlas a lo largo del invierno.

    ¿Cómo elegir la patata adecuada?

    A la hora de comprarlas, debemos observar que su superficie no presente brotes ni partes verdes.

    Estas zonas verdes nos indicarían que la patata tiene solanina, sustancia con propiedades fungicidas y pesticidas que protegen de forma natural a la planta como mecanismo de defensa frente a insectos, pero que puede producirnos toxicidad incluso en pequeñas cantidades. Si ya nuestra patata contiene esta coloración, debemos cortar la zona en profundidad para no dejar restos y cocinarla para destruir esta sustancia.

    Lo ideal es comprar la cantidad que vayamos a necesitar para evitar que le salgan brotes o se estropeen y no contribuir al desperdicio de alimentos e intentar elegir el tipo de patata (temprana, de estación o tardía) que más nos convenga según la preparación que queramos realizar.

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