ECO - Calabaza cacahuete / violín | Biota - Cultivando tu salud
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ECO - Calabaza cacahuete / violín

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ECO - Calabaza cacahuete / violín

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    Su cultivo data del año 5.000 a.C y actualmente existen dudas sobre su origen, colocándola entre Centroamérica y el continente asiático. Por entonces, se cultivaba por sus semillas y con el paso del tiempo, su pulpa aumentó en calidad y sabor, siendo de interés para su consumo.

    En el s. XV fue introducida en Europa con gran aceptación y expansión.

    Pertenece a la familia de las Cucurbitáceas, que cuenta con unas 850 variedades con la característica de producir frutos grandes y de corteza firme.

    Existen dos variedades principales; la calabaza de verano, de piel fina y un tono anaranjado pálido y la calabaza de invierno, que al tener menos cantidad de agua, tiene una pulpa más seca y anaranjada y una piel más gruesa. Esta última es la más utilizada en repostería.

    Tiene forma esférica, con un diámetro entre 25 y 40 centímetros y su peso varía en gran medida, ya que algunas no llegan a los 100 gramos y otras, como las calabazas gigantes, pueden pesar hasta 20 kilogramos.

    Su corteza varia según el tipo, entre naranjas, amarillas, verdes, blancas o incluso moradas.

    En general, su pulpa presenta tonalidades amarillas o naranjas y una textura firme. Su sabor dulce es más representativo cuando está cocinada. En la parte central cuenta con un gran número de semillas de las que también aprovechamos sus propiedades a la hora de consumirlas.

    ¿Cómo elegirlas y conservarlas?

    Ello dependerá de si queremos una calabaza de invierno o de verano. En el caso de la calabaza de verano, su textura debe ser firme pero sensible al tacto y de un tamaño mediano, con una piel brillante y suave.

    En el caso de elegir la calabaza de invierno, la corteza ha de ser gruesa y algo rugosa y su peso ha de ser más significativo que su tamaño.

    De cualquier forma y como siempre aconsejamos, la calabaza elegida no debe presentar cortes.

    En cuanto a la conservación, aquellos ejemplares que conserven el rabo, se mantendrán en mejor estado durante más tiempo, ya que se evita la pérdida de humedad. La calabaza de de invierno se conserva por mayor tiempo que la de verano, ya que su contenido en agua es menor, pudiendo conservarse durante 5-6 meses. Recomendamos conservar la variedad de verano dentro del frigorífico y consumirla en el plazo de una semana.

    También podemos congelarla una vez la hayamos cocinado con la técnica de escaldado.

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